Repasemos nuevamente lo que parece interponerse entre la
verdad de lo que eres y tú. Pues para superar este obstáculo se tienen que dar
ciertos pasos. El primero es una decisión que tú tomas. Pero de ahí en
adelante, la verdad se te confiere. Tú quieres determinar lo que es verdad, y
debido a tu deseo, estableces dos alternativas entre las que elegir cada vez
que crees que tienes que tomar una decisión. Ninguna de ellas es verdad, ni
tampoco son diferentes entre sí. Sin embargo, tienes que examinar las dos antes
de que puedas mirar más allá de ellas a la única alternativa que sí constituye una
elección diferente. Pero no la busques en los sueños que forjaste con el
propósito de que esto estuviese nublado de tu conciencia.
Las alternativas entre las que eliges no constituyen una
verdadera elección, y tan sólo dan la impresión de que se trata de una elección
libre, pues en cualquier caso, el resultado será el mismo. De modo que no es
realmente una elección en absoluto. El líder y el seguidor parecen desempeñar
diferentes papeles, y cada uno de estos papeles parece poseer ventajas que tú
no quisieras perder. En su fusión, por lo tanto, parece haber esperanzas de
satisfacción y de paz. Te ves a ti mismo dividido entre estos dos papeles,
escindido para siempre entre los dos. Y cada amigo o enemigo se convierte en un
medio para salvarte de esto.
Tal vez lo llames amor o tal vez pienses que es un asesinato
que finalmente está justificado. Odias a aquel a quien asignaste el papel de
líder cuando tú lo quisieras tener, y lo odias igualmente cuando él no lo asume
en aquellas ocasiones en que tú quieres ser el seguidor y abandonar el
liderato. Para eso fue para lo que concebiste a tu hermano, y te acostumbraste
a pensar que ése era su propósito. A menos que él sea fiel a eso, no habrá
cumplido la función que tú le asignaste. Por lo tanto, merece la muerte, al no
tener ningún propósito ni ninguna utilidad para ti.
¿Y qué quiere él de ti? ¿Qué otra cosa podría querer, sino
lo mismo que tú quieres de él? En esto es tan fácil elegir la vida como la
muerte, pues lo que eliges para ti lo eliges para él. Le haces dos
llamamientos, tal como él a ti. Estos dos llamamientos ciertamente constituyen
una elección, pues de cada uno de ellos se deriva un resultado distinto. Si él
acaba siendo tu líder o tu seguidor no importa, pues en cualquier caso habrás
elegido la muerte. Pero si él clama por la muerte o por la vida, por el odio o
bien por el perdón y por la ayuda, entonces el resultado no será el mismo. Si
oyes el primero de esos llamamientos, te separarás de él y te perderás. Mas si
oyes el segundo, te unirás a él y en tu respuesta se halla la salvación. La Voz
que oyes en él no es sino la tuya. ¿Qué te pide? Escucha atentamente, pues te
está pidiendo lo mismo que te ha de llegar a ti, ya que lo que estás viendo es
una imagen de ti mismo y lo que estás oyendo es tu propia Voz expresando tus
deseos.
Antes de contestar, haz una pausa y piensa en lo siguiente:
***La respuesta que le dé a mi hermano es la que yo estoy
pidiendo Y lo que aprenda acerca de él, es lo que aprenderé acerca de mí.***
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Extraído del libro: Un Curso de Milagros
Enlace: https://acimi.com/es/un-curso-de-milagros/texto/capitulo-31/caminando-con-cristo
CAPÍTULO 31 LA VISIÓN FINAL Caminando con Cristo Pag. 731
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